jueves, 2 de diciembre de 2010

Paradojas de las tecnologías de la información en la política (II)

PARADOJA 2: OSTRACISMO El uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para el enriquecimiento de las relaciones e interacciones de naturaleza política es una realidad en apariencia saludable para los procesos democráticos y la intervención de los ciudadanos en asuntos políticos. A primera vista, las tecnologías de la información mejoran la calidad del debate, acercan a los ciudadanos a sus representantes y funcionarios y permiten más acceso a información de carácter político que nunca antes. Sin embargo, en inventiolab hemos identificado tres paradojas, soportadas en investigaciones realizadas desde la comunicación política, que consideramos deben ser atendidas y reconocidas para mejorar el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la cotidianidad política de los ciudadanos. Las paradojas son 1) la ampliación de la brecha de la información, 2) el ostracismo y 3) el sacrificio de la calidad. Presentaremos cómo algunos rasgos de las TICS han hecho más distante y difícil la relación de los ciudadanos con su realidad política. Ya en una entrada anterior nos referimos a la primera, la ampliación de la brecha de la información. En esta entrada profundizaremos sobre el ostracismo, expresión que elegimos usar para referirnos a una forma muy particular de aislamiento. PARADOJA 2: OSTRACISMO Los sistemas democráticos contemporáneos reconocen diversas formas de deliberación como piedra angular de su funcionamiento y legitimidad. Las definiciones contemporáneas de deliberación son flexibles al incorporar expresiones ciudadanas informales y no solo los escenarios formales de debate y discusión (como las asambleas) formas valiosas de deliberación en la construcción del debate público y el ejercicio de la ciudadanía (Mutz 2006, Elster 2001). En principio parece intuitivo reconocer que las tecnologías de la información y en particular las redes sociales, son herramientas que facilitan y estimulan esta deliberación. Las conversaciones sobre asuntos políticos se liberan de grupos sociales tradicionalmente restringidos a limitaciones de tiempo y espacio y en la actualidad muchos ciudadanos podemos acceder a más personas y más opiniones que nunca antes en la historia de las organizaciones políticas. Sin embargo, la clave de la deliberación no está en la cantidad de personas que participen en un debate, sino en la posibilidad de enfrentarse a visiones diferentes y opuestas a las propias. La exposición a perspectivas disímiles alienta la deliberación y la reflexión (Mutz 2006). La paradoja consiste en que si bien los espacios y las formas en las que los ciudadanos podemos expresar nuestras opiniones políticas se han ampliado gracias a que las nuevas tecnologías de la información, anulando los obstáculos plantados por el tiempo y el espacio, los ciudadanos nos sentimos más a gusto con personas que comparten nuestra forma de ver el mundo. En el mundo fuera de línea evitamos conversaciones de contenido político (y religioso) con personas que no se parecen a nosotros. Pero los medios tradicionales y algunas convenciones sociales nos obligan a participar de esos espacios y acceder por lo menos a saber que esa posición, diferente a la mía, exista. En el mundo 2,0 la posibilidad de abstraerme enteramente de ciudadanos que profesan opiniones contrarias a la propia es muy real. Las redes sociales me permiten alejarme y aislarme de las personas que piensan diferente a mí. Como ejemplo anecdótico nos sentimos cómodos asegurando que todos hemos conocido casos de amigos o cercanos que durante las últimas elecciones presidenciales en Colombia debieron “bloquear” u “ocultar” a amigos y familiares porque, en el calor de la conversación política, simplemente no les interesaba conocer su posición o les incomodaba verse obligados a verla en la rutina de las redes sociales. Por supuesto, no todos los ciudadanos manifiestan ese comportamiento. Usted, por ejemplo, si está leyendo esta entrada, es probable que tenga un mayor interés por asuntos políticos. Interés que se traduce en cierto grado de sofisticación y por lo tanto una mayor tolerancia a enfrentarse a perspectivas diferentes a la suya (Zaller 2006). Si bien las redes sociales hacen posible que como ciudadanos podamos expresar en más escenarios y a un mayor número de personas nuestras opiniones. Cosa que debería favorecer el la discusión política informal y por ende fortalecer de deliberación. Esas mismas redes sociales hacen posible que los ciudadanos con visiones similares se agrupen y se aíslen de ciudadanos con visiones disímiles. inventiolab investiga y comunica Juan Fernando Giraldo ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Elster Jon (2001) La democracia deliberativa. Barcelona. Editorial Gedisa Mutz, Diana (2006). Hearing the Other Side: Deliberative versus participatory Democracy. New York. Cambridge University Press. Zaller, John. (2006), The Nature and Origins of Mass, Cambridge, Cambridge University Press.

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