domingo, 3 de mayo de 2020

El miedo en la política: entusiasmo y ansiedad

La semana pasada, hablando con unos amigos sobre el miedo en el contexto de la emergencia del COVID-19, algunos recordaban cómo en algunas ciudades de Colombia, en lugar de aplausos, el personal médico está recibiendo portazos y mensajes de rechazo. Otros hablan de cómo sus vecinos estaban poniendo en marcha protocolos exigentes de alcohol y amonio cuaternatrio para las verduras y hasta para los visitantes.

Me puso a pensar sobre lo que sabemos del miedo en relación con los asuntos públicos y quise retomar algunos elementos de este debate, tal vez den pistas sobre los retos a los que se enfrentan gobiernos y comunidades en un ambiente extendido de ansiedad.

En esta primera entrada sobre el tema recojo la revisión de Neuman y Marcus (2007; 10), a la literatura sobre la centralidad del afecto en las decisiones sobre asuntos políticos y las principales escuelas para hablar de las emociones. Ellos hablan de 3 modelos de pensamiento para estudiar las emociones: Modelos discretos, modelos de valencia y modelos multivariados. Estos son relevantes, porque en ellos está contenido, de maneras diferentes, con notables coincidencias, el miedo.

El primero es el modelo discreto. A quienes todavía recuerdan algo de las clases de matemáticas de primaria (no es mi caso) les resultará fácil imaginarse cómo funcionan las emociones en este modelo apelando a la figura de las variables discretas. El modelo discreto supone que las personas tenemos valoraciones o respuestas (appraisals), que las respuestas emocionales son las mismas, sin importar el contexto cultural, y que cada emoción es mutuamente excluyente de las demás.

El modelo discreto, aplicado al comportamiento político en los setenta, reconocía 7 estados de ánimo primarios: esperanza, orgullo, simpatía, disgusto, incomodidad (uneasy), rabia y miedo. Esta escuela ubica al miedo en el renglón de las emociones detonadas por contextos de incertidumbre, representada como una emoción negativa. A éste se contrapone la esperanza, como una emoción positiva que, como el miedo, surge en contextos de incertidumbre. Es decir, un contexto de incertidumbre puede detonar una valoración positiva: esperanza, o una negativa: miedo en un individuo, sin importar su contexto cultural. Si entiendo bien, significa que la misma persona no puede sentir esperanza y miedo al mismo tiempo como respuesta al mismo estímulo.

El modelo de valencias o “standard valence” sugiere una única dimensión bipolar que se desplaza entre entre agrado (acercamiento) desagrado (distanciamiento). El modelo postula también que las emociones positivas y las negativas son mutuamente excluyentes y son presentadas como caras opuestas de la misma moneda.

En este modelo, el miedo también se encuentra frente a la esperanza y se desprenden de un árbol de reacciones que lo ubican en la cadena asociada al resultado de eventos con consecuencias relevantes para el individuo que las experimenta (Ortony, Clore and Collins, citado en Marcus; 2007, 10).

El tercer modelo, el dual y multivariado, sostiene que dos sistemas emocionales independientes procesan el flujo entrante de información sensorial y estas valoraciones subjetivas se manifiestan en variaciones del ánimo (traducción propia Marcus; 2000, 146). Es decir que 1) las reacciones emocionales no son mutuamente excluyentes al mismo tiempo y para el mismo sujeto y 2) surgen de dos procesos emocionales preconscientes: entusiasmo y ansiedad.

A diferencia del menú limitado del modelo discreto y del modelo de valencias, el multivariado identifica 48 emociones. Todas, dice Marcus (2000, 149), son dimensiones del entusiasmo y la ansiedad, conceptos extraídos de las neurociencias. Bajo este modelo, el miedo (fearful), aparece rodeado de nervioso, cansado, molestia, en el cuadrante más intenso de ansiedad y bajo de entusiasmo.

Para resumir; hay tres componentes del miedo en la política que parecen ser consistentes en casi toda la literatura. 1) El miedo es una respuesta, de muchas 2) el miedo es una respuesta en contextos de ansiedad y 3) el miedo parece estar siempre contrapuesto a la posibilidad de la valoración de esperanza en contextos similares.

En una siguiente entrada quisiera, siguiendo los argumentos la la investigación de Marcus y Neuman, revisar sus hallazgos sobre la inteligencia afectiva y cómo los comportamientos del ciudadano son afectados por las respuestas emocionales generadas por ciertos contextos, especialmente la ansiedad y el entusiasmo.

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Neuman, Russell, Marcus, George y Mackuen, Michael (2000). Affective Intelligence and Political Judgment. University of Chicago Press.
Neuman, Russell y Marcus, George et all (eds) (2007). The Affect Effect: Dynamics of Emotion in Political Thinking and Behavior. University of Chicago Press.

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