jueves, 14 de noviembre de 2019

Divide y vencerás: política pública para tomar decisiones en ecosistemas digitales

Segundo día de la #IICumbrePetróleoyGas, con el panel ‘Construcción de Política Pública y toma de decisiones en la era digital’


El pasado 14 de noviembre fui invitado a participar en la ll Cumbre del Petróleo y Gas. Allí, me sumé a la discusión del panel ‘Construcción de Política Pública y toma de decisiones en la era digital’ para hablar sobre la forma en la que los instrumentos digitales han transformado nuestra toma de decisiones en escenarios políticos, y, cómo, desde la experiencia que hemos adquirido en buho™ , medimos el impacto que los medios de comunicación tienen sobre las industrias.


Allí tuve el privilegio de compartir panel con María Victoria Riaño, Presidente de EquiónCarme Miró, CEO and Founding Partner apple tree communications, la reconocida periodista Claudia Palacios y la moderación de Carolina Rojas, Vicepresidente de Comunicaciones y Estrategia en Asociación Colombiana del Petróleo.



La era del optimismo digital
Para empezar, hay que hablar del ecosistema digital. En los años 90’s inicia el debate sobre los medios digitales y su intervención en la deliberación política de los ciudadanos. Es en ese momento en el que aparecen personas denominadas optimistas digitales, los cuales creían en la promesa de un mundo mejor, promesa resumida en tres bloques; acceso, empoderamiento y deliberación.

Primero, íbamos a tener acceso a una información que antes generaba costos. No era difícil y la digitalización del mundo de los medios, de la opinión y de la política, iba a permitir un escenario nunca antes visto.

En segundo lugar está el empoderamiento; un ciudadano cualquiera podía formarse una opinión con información de calidad, y con mejor acceso iba a poder, desde su pantalla, dirigirse a personas con las que era imposible soñar  hace 15 o 20 años. Por ejemplo, escribirle directamente un trino a un senador o al CEO de una organización y que este contestara, hubiese sido simplemente operativamente imposible hace un par de años. Así, se presentó la oportunidad de hacer algo que abría la idea del  empoderamiento ciudadano.

Y, tercero, nos encontramos con la deliberación. Si se abría el escenario a personas expertas, que no necesariamente tenían un acceso privilegiado a la comunicación y  podían compartir de manera masiva su conocimiento, posiblemente íbamos a mejorar la calidad de la deliberación, que entre otras cosas, es fundamental para que opere una democracia.

Tener opiniones diferentes, poder debatirlas desde posiciones diferentes, buscar y hacer negociaciones permanentes para llegar a acuerdos, también hacía parte de esa promesa anunciada.

Pero luego arranca la primera década que da inicio al siglo XXl y la velocidad de la transformación tecnológica tiene un impacto que hace que surjan, en contraste a los cyber optimistas, los cyber escépticos, académicos que empiezan a hacerse preguntas muy duras del efecto que está teniendo la transformación digital sobre el debate público.



Cyber-Escepticismo al servicio de la información
Entonces aparecen dos retos: hoy más que nunca, el acceso a más información transformó la economía. Con tiempo y atención escasa buscamos información que parece infinita y empezamos a navegar en un espacio que se volvió, en realidad, oscuro y no más claro; Las personas no están buscando información de calidad.

Sabemos que eso no ocurre en la casa de nadie, y pretender un ciudadano ilustrado es difícil, puesto que no es lo natural. Los ciudadanos estamos buscando gatitos, buscamos fútbol, entretenimiento, no estamos buscando, por ejemplo, cómo la política económica va a impactar nuestras vidas, eso no lo estamos buscando, eso nos lo encontramos y esta situación genera nuevas dificultades de acceso de información de calidad.

El segundo reto que surge con la intervención de los instrumentos digitales en el debate público, tiene que ver con el empoderamiento y la posibilidad de dirigirse a los ciudadanos conociendo exactamente los botones que los mueven. Así se generaron las nuevas reglas de manipulación que transgreden la ilusión del empoderamiento y esto sucede porque a la tecnología uno puede regularla, batallar por controlar que exista un debate público de calidad, pero comprobar la veracidad de la información con la que interactuamos antes de manipularla, mandarla a todos los contactos, y moverla es algo que no sucede, porque se convierte en algo irrelevante.



La tecnología es regulable, la veracidad de la información no. 
Respondiendo a un estudio que se hizo en Estados Unidos, la psicóloga Lilliana Mason explica que los efectos que están teniendo los instrumentos digitales sobre el debate público, tienen un impacto negativo porque es precisamente de esa forma en la que los gobiernos y los congresos están legislando, es decir,  la identidad de los ciudadanos y su afiliación política, se están empezando a mezclar. Según ella, aunque siempre hay una identificación partidista con otros rasgos, como la personalidad, hoy estos parecen estar más amalgamados que antes. Si decidimos seguir a un líder político, pero además, las premisas del líder político coinciden con nuestras creencias religiosa y  nuestras posiciones de nivel social, lo que se diga de los temas políticos terminará afectando otras esferas, pues ya existe una identificación con el personaje. Simple, un ataque a un político al que yo siga, también es un ataque directo a mí.

Al existir una identificación clara, se crea una defensa clara. Las posturas entonces no tienen una línea definida entre las creencias personales y las creencias políticas y estas defensas que se generan en escenarios políticos van más allá; se empiezan a aceptar cosas que no son necesariamente serías ni veraces con tal de proteger el campo completo de la identidad. Lo que sí se puede observar con claridad es la división, porque si alguien se identifica con tal personaje, con lo que dice y con lo que piensa, las otras opciones están descartadas y esa persona ya toma un bando; se diferencia este de aquel con el que se siente pertenencia y, si se logra eso, la división es exitosa.

Si como líder político le entrego al ciudadano una separación de quienes son ellos y quienes somos nosotros, se simplifican los procesos electorales y se crea un sentido de pertenencia. Sin embargo, también es causa de una muy baja disposición a negociar. No es un tema de negociación para encontrar la mejor forma de garantizar, por ejemplo, una política energética en el país, se trata de un tema contundente de división, tipo ‘‘esta es la mía y nosotros vamos a ganar, y ellos van a perder’’ y así entra el debate público, y así  es cómo lo estamos percibiendo los demás.

Los incentivos que tienen los actores políticos para hablar abiertamente de negociación conjunta, o encontrar una solución en colaboración no están dados. No es que no se pueda, efectivamente los sistemas políticos se reorganizan y seguramente nos encontramos en una curva  de escepticismo y pesimismo sobre el estado de este debate, pero eso se debe a que los incentivos no están dados.



Claridad en la incertidumbre y la desinformación
Ha sido con ayuda de las mediciones y el trabajo en buho ™ , que nuestros clientes han encontrado soluciones y planes de acción a través de los datos de valor que hemos proporcionado. Por ejemplo, hemos medido el impacto y los efectos que se crean a partir de la información que los medios de comunicación exponen, en este caso en específico, de una marca que se dedica a la minería.

En los dos años de análisis de medios de comunicación, encontramos que el 11% del contenido recogido de fuentes, refuerzan mitos o fake news y, hallamos que el 25% de esta marca, de su tiempo y sus declaraciones, están entregados a negarlos, que es una forma de perpetuarlos. Un cuarto de las declaraciones de esta marca son reactivas, sumado a que en el último trimestre aumentó en 50% la presencia de este fenómeno de acuerdo a nuestros hallazgos .

Ojo que no se está responsabilizando al medio de comunicación, el medio de comunicación sale y cita a una fuente y esa fuente tiene prime time para repetir algo, que no es necesariamente cierto y no hay tiempo para verificar su veracidad.

Otro de los fenómenos que hemos visto al analizar las mediciones que realizamos, es que las marcas se están involucrando en la historia de dividir y crear bandos. No simplemente representando una causa, sino haciendo el juego de meterse en el debate y fragmentar.

Divide y reinarás
Imaginemos otro escenario con otra industria.

Tenemos un endulzante tradicional y viejo, y otro endulzante moderno y nuevo. Ahora, supongamos que está dándose en toda América Latina una batalla brutal y esta ha logrado en este pulso que al endulzante viejo se las atribuya el 92% de cosas negativas que se dicen cuando se habla de enfermedades. Por el contrario, el endulzante moderno el 38 % en términos de enfermedades, pero con un tono más favorable, sumado a que el 51% de las declaraciones se le atribuye al daño en la salud cuando uno se compara con el otro. Aún así esta cifra no es realmente alta. Cuando se habla de salud, al endulzante viejo le atribuyen en un 86% problemas causados por su consumo. El otro tiene igualmente unas problemáticas, pero por lo menos tiene defensores.

Lo que esta batalla ha generado es que el cubrimiento total sobre temas de regulación en la industria haya incrementado los últimos meses de 3% del total del contenido a 8%, y luego al 10%. Este cubrimiento a alguno de los dos les conviene. Es con ese insumo que se colecta que se puede empezar a tomar decisiones, encontrar el papel que tiene su marca en la historia y analizar en qué bando está. Así, teniendo un panorama más claro de lo que sucede, se pueden tomar las decisiones que más lo beneficien.

Transformación de las industrias desde data analytics
Desde buho™  también hemos hecho trabajos de medición con la Asociación Colombiana de Petróleos (ACP) y encontramos un comportamiento muy interesante desde el 2018.

Hace 15 años, los medios de comunicación eran el coco, eran difíciles, injustos y no vendían la verdad. Hoy, paradójicamente, los medios de comunicación son los que le dan un trato más amable y equilibrado a la industria. En medio del análisis que realizamos descubrimos que solo el 38% del contenido es hostil, o con cuestionamientos, que pueden ser válidos hacía la industria. Cuando se buscan las editoriales, que por naturaleza tienden a sentar posiciones más sólidas, encontramos que hay 53% de cuestionamientos y 47% de reconocimientos o validación.

Al movernos a los columnistas que históricamente eran hostiles con todos, encontramos una tendencia a hacer cuestionamientos a la industria en un 66%.

Finalmente, cuando nos vamos a las redes sociales, hallamos un mundo muy difícil donde solo el 22% del contenido está haciendo respaldos a la industria, aunque la mayoría de ese 22% viene de los medios de comunicación y allá hay un reto.

La pregunta es, ¿qué hacer?
Además de las mediciones y análisis mencionadas anteriormente, también hemos hecho un estudio de contagio de riesgo. ¿Qué se mide? ¿Qué tanto de lo que sale en medios de comunicación sobre una industria puede contagiar a otra? ¿Quién puede contagiar esa historia? Y, ¿con qué velocidad se propaga? Después de analizar en los últimos dos años 15.000 posiciones específicas sobre riesgos e industrias, lo que hemos encontrado es que cuando una afirmación tiene un villano y una víctima visible, el nombre tiene 86% más de probabilidades de rodar.

Una cosa es decir ‘‘la industria del petróleo afecta el agua’’ y otra cosa es decir ‘‘la marca X destruyó la casa de doña Gloria’’,  la segunda tiene 86% más alcance que la primera. De igual forma, hemos descubierto que los contenidos hostiles, cargados con odio o rabia tienen un 78% más alcance que los demás, lo que evidencia que sirven.

En resumen, estos análisis evidencian que funciona más cuando hay un malo en la historia, una víctima, y una expresión de rabia. Los datos nos indican que, cuando ocurre la formulación mencionada anteriormente, existe un mayor alcance de la información.

Del dicho al hecho…
Los únicos que están enseñando a deliberar y a hablar con los demás son los políticos. Lo que han encontrado los estudios es que la exposición a personas que piensan diferente, en ambientes libres al debate político, crea la posibilidad de abrir la cabeza a la idea de ‘‘ah,el otro no está loco, el otro lo que está diciendo lo sacó de algún lado y lo está diciendo por alguna razón’’. Pero, los mismos estudios están encontrando que esas personas que pueden marcar la diferencia en ese cambio de chip, no se meten a la conversación, ni dan los incentivos para mediar en un diálogo de ciegos.

Por eso, la pregunta que se pone sobre la mesa es, ¿cómo una marca con el storyliving, es decir, viviendo, creyendo y moviendo una causa, puede entregarle a ciudadanos específicos herramientas para facilitar estas conversaciones en sus casas?

CSO y Cofundador de buho ™ Clarity for Leaders.


jueves, 31 de octubre de 2019

Preguntas difíciles en un mundo volátil

Un acercamiento al nuevo juego de las comunicaciones de las marcas y su reputación.

Los cuarentones tenemos intacto el recuerdo de cuando nuestros papás veían el noticiero y soportaban al menos 10 minutos de comerciales por cada 20 de programa. En el colegio, todos llegábamos a hablar de lo que habíamos visto la noche anterior: las mismas noticias, las mismas novelas, los mismos comerciales. Hoy veo en la agencia jóvenes que quitan la mirada del celular y se retiran los audífonos cuando empieza un anuncio, en medio de un video sobre nuevas tendencias de manga japonés que ven en Facebook.

Cambio de juego
Cuando la FIFA introdujo el VAR para el Mundial de Fútbol Rusia 2018, cambiaron algunas reglas. Cuando Michael Jordan se retiró por primera vez del baloncesto en 1993 para entrar a las ligas menores de béisbol, cambió el juego. En la carrera de las marcas por ser vistas, entendidas y reconocidas, las reglas no cambiaron; el juego cambió: cambiaron la cancha, la forma de llevar el marcador, los deportistas y los fanáticos.

Estas son algunas preguntas que nos deberíamos hacer quienes estamos viendo cambiar el juego y acompañamos a las marcas a estrechar su vínculo con sus audiencias.

Interrupción y azar
La interrupción es una solución fácil de la publicidad que impide que un usuario disfrute el privilegio de elegir lo que ve. El azar, viejo amigo de las estrategias de “pegarles a todas las audiencias” de las relaciones públicas que priorizan ser visto a ser encontrado. Estos dos enemigos de la experiencia de un usuario frente a sus pantallas hoy amenazan con desconectarlos de nuestros mensajes.

Las marcas y las empresas están desarrollando estrategias para ser buscadas, encontradas y seguidas. Algunos bancos, por ejemplo, están llevando las cuentas por nosotros y simplificando las transacciones a personas que ni siquiera tienen una cuenta bancaria. Cadenas de hoteles crean podcasts en los que describen los mejores lugares para visitar en un paraje mágico sin hacer una sola oferta. Una aplicación de ciclismo prioriza en YouTube tutoriales sobre cómo mejorar el rendimiento, sin insinuar una sola vez que su producto es mejor que el de la competencia. Combaten la interrupción y el azar con contenido de calidad que lleva al usuario a consumirlos porque le hacen la vida mejor y más fácil.

El Global Business Insights Study, GBIS, de la Asociación Mundial de Medición y Evaluación de Comunicaciones, AMEC, del año pasado, encontró que, por medición, la demanda de canales tradicionales cayó globalmente: en prensa se redujo 11%; radio, 20% y TV, 5%. Mientras que la demanda de medios digitales se incrementó 58%; redes sociales, 65%; y medios propios, 38%. Creemos además que la demanda por los medios propios crecerá los próximos años.

¿Cómo puedo hacer mejor la vida de mis usuarios actuales y futuros? ¿Si pudiera enseñar y no vender, qué podría enseñar? ¿Qué están buscando las personas que quiero que me encuentren? ¿Qué quieren hallar cuando me encuentren?

Un vínculo profundo, personal e irrepetible
Vender no es suficiente. Las marcas compiten por crear lazos más estrechos con las personas. La tecnología permite establecer un vínculo entre las marcas y los individuos, cultivar esa relación y demostrar que usan su poder para mover causas que importan.

El GBIS también reportó que el 79% de las empresas de insights -aquellas que se dedican a medir comunicación, relaciones públicas y reputación- está considerando invertir o invirtiendo en inteligencia artificial, el 29% está entrando en el mundo del análisis predictivo y 19% avanza en la generación automática de contenido. Esta tecnología permite establecer contacto con individuos en canales propios y da autenticidad a esa relación que crean juntos, sin intermediarios y de manera masiva.

La tecnología hace posible el vínculo individual, pero la relevancia lo profundiza. Algunas marcas están destinando parte de su presupuesto a gestionar y medir sus comunicaciones más desde el valor de la marca, que desde sus productos. Unir mujeres de diferentes nacionalidades, credos y estilos de vida, al reconocerlas por su capacidad de liderar y romper estereotipos, es el objetivo que una marca de productos de belleza internacional desea afianzar y un ejemplo de autenticidad.

¿Sé para qué me sirve tener miles de seguidores? ¿Por qué me siguen? ¿Qué tipo de relación estoy construyendo con las personas que deciden exponerse a mis contenidos?

Parecer no es suficiente
Hoy las grandes marcas pasaron del storytelling al storyliving. Ya no se trata solo de decirlo, sino de serlo y de transmitirlo a través de estrategias transmedia de forma coherente y responsable con las audiencias. En estas historias los protagonistas son los clientes, sus vidas, sus logros y sus fracasos y no el producto o servicio que se quiere vender. Aunque aún muchas no lo han entendido, el storytelling se quedó corto.

La consciencia de las audiencias debe ser respetada y aprovechada por las marcas para demostrar su valor. IBM lo hizo con la película Hidden Figures, en 2017, que cuenta la historia de tres brillantes mujeres afroamericanas de la NASA en el Estados Unidos de la segregación racial.

Sin hacer evidente el product placement, IBM impulsó esta película en la que su producto pasa a un segundo plano en la historia, pero crea un momento crucial. Mientras tanto, adoptó como bandera de responsabilidad social y de sus comunicaciones una política de diversidad para potenciar jóvenes en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

¿Qué representamos? ¿Cuál es la pela que nuestra marca puede darse por sus usuarios? ¿Cuál es la batalla por la que estamos dispuestos a renunciar a una fracción de nuestros seguidores por concretar la lealtad de otra?

Vanity metrics Generadores de incertidumbre y destructores de claridad
Cada año hay más datos, más precisos y más relevantes. El reto está en encontrar en ellos la claridad para entregar certeza a las marcas de que las historias que cuentan y las tácticas que usan para transmitirlas son efectivas. Solo los datos pueden traducirse en recomendaciones útiles para historias que mantienen relaciones sólidas con sus audiencias, que dan importancia a los valores que comparten no solo en lo que cuentan, sino en lo que viven y hacen vivir.

Es muy común encontrar reportes de gestión en que una explosión de números desborda el texto: alcanzaron miles de likes, aumentaron decenas de seguidores y el infaltable free press: se publicaron un manojo de noticias que significaron un ahorro de millones de millones (obvio).

Pero este contenido solo refleja métricas que, fuera de un contexto, no aportan valor para la toma de decisiones del día a día, y que sí puede generar confusión y crear incentivos perversos en los equipos de comunicación.

La buena noticia es que, según el estudio de AMEC, solo el 25% de empresas de insights cree que las marcas están pidiendo medición mecánica y automática. América Latina pone la alerta amarilla, pues uno de cada tres clientes empieza a pedir datos automáticos de gestión y resultados a pesar de los riesgos.

El PR Institute promueve la práctica de poner metas claras para poder medir cada acción que se haga en comunicaciones. La tendencia actual de los equipos de comunicaciones es la de cuidar el valor de la marca y por ello, la industria está en la constante búsqueda de mejores indicadores que permitan mostrar los esfuerzos del día a día, y, con ello, reflejar el impacto de su gestión en la organización.

¿Qué estoy midiendo cuando digo que tuve éxito en mi comunicación? ¿Estoy midiendo gestión, impacto o resultado? ¿Tengo datos de calidad o datos basura?

Entonces, ¿ya descubrí que mi marca puede jugar este nuevo juego y cautivar a mis audiencias? ¿Lo estoy jugando?

Si se está haciendo estas preguntas, le recomendamos los libros The New Rules of Marketing and PR: How to Use Social Media, Online Video, Mobile Applications, Blogs, News Releases, and Viral Marketing to Reach Buyers Directly, de David Meerman Scott, e Introduction to Strategic Public Relations: Digital, Global, and Socially Responsible Communication, de Janis Teruggi Page y Lawrence J. Parnell, pueden guiarle el camino para entrar al nuevo juego.

*Artículo publicado originalmente en la revista P&M, versión impresa – Octubre de 2019

viernes, 6 de septiembre de 2019

11 Lecciones de las elecciones

Después de más de 10 años trabajando desde diferentes ángulos, hemos querido compartir 11 lecciones que hemos aprendido de procesos electorales desde campañas a concejos locales, pasando por campañas de senadores, representantes y alcaldes, hasta  intensas campañas presidenciales.


1 Ciencia Sobre Ocurrencia.
Las ocurrencias de ducha son uno de los peores enemigos de la estrategia. ¿Cómo integrar evidencia y ciencia a la ejecución de una campaña?

2 La ejecución es todo. ¿Cuántas veces ha estado en una reunión de estrategia en la que nadie toma notas?

3 Lo perfecto enemigo de lo bueno, lo bueno enemigo de lo útil. No debata el RGB, no debata el material del papel, no debata cada pequeña cosa. Imprima, publique, mejore, repita.

4 ¿Qué hago cuando la familia del candidato está en toda la campaña? La familia tiene roles de mucho valor en una campaña. Si están bien definidos, y son claros para el equipo y la campaña, no puede salir mal.

5. En comunicación la visión estratégica y la ejecución deben estar en cabezas diferentes, elija usted la jerarquía. El que dirige al equipo publicitario, contacta a los medios, revisa los contenidos no puede ver la foto general de la campaña, no puede.

6. No todos están listos para el cargo. Un candidato que lee y corrige todo el material de comunicaciones tal vez no esté preparado para gobernar. Debería buscar trabajo como director de comunicaciones.

7. Si quiere cambiar el mundo, primero gane las elecciones. Si en una reunión usted empieza a pensar “Esto que estamos discutiendo es realmente para cuando estemos gobernando” pare, recuerde que debe ganar primero y recupere el propósito de la reunión.

8. 10 voluntarios alineados valen más que miles emocionados, sin línea y desordenados.

9. Hay que hacer una campaña para ganar, y una campaña para que los demás pierdan (Y no es una invitación a hacer propaganda negra, gris o negativa).

10. Para los consultores: No usar intermediarios. Si hay algo relevante para hablar con el candidato, hay que buscarlo y tratarlo.

11. Hacer estrategia para 3 meses, validarla y ajustarla todas las semanas. Ninguna estrategia resiste el primer día de campaña. Hay que validar el propósito, los avances y los obstáculos de la campaña cada semana.

Abajo una charla ligera que ofrecimos en buho a personas interesadas en el tema en medio de la contienda electoral.


viernes, 7 de junio de 2019

Las sesiones de respuesta inmediata. La emoción y el instinto

Hace unas semanas fui invitado a participar en el II Congreso Internacional de Marketing Político que se llevará a cabo en la Universidad Externado de Colombia el 5 y 6 de abril del 2019. Allí compartí mi experiencia llevando la cultura de la medición y evaluación de comunicaciones al mundo electoral. A pesar de esta experiencia, con frecuencia encuentro tres barreras: la desconfianza en la medición, los costos de la medición y la dificultad de lograr que la medición se traduzca, en medio del ritmo de una campaña en una decisión que haga la diferencia.


Por esta razón decidí compartir algunas lecciones que pueden resultar de utilidad a jóvenes talentos que quieren asegurarse que se diseña una campaña para conectarse con el elector y no para darle gusto al candidato o a su círculo cercano. 

Uno de los ejercicios que he encontrado que aporta mucho valor en la corrección y construcción del mensaje durante las campañas son los “dial sessions” o sesiones de respuesta inmediata. Estos son grupos focales en los que la audiencia convocada se enfoca en evaluar una pieza publicitaria, un debate o discurso mediante el uso de tecnología con el propósito de conocer la respuesta inmediata, segundo a segundo, de los grupos objetivos. 

Hace algunos años desarrollamos nuestro propio sistema de medición de respuesta inmediata llamado “Instinto” y hemos encontrado que conocer las reacciones inmediatas, previas al debate y la deliberación ciudadana, indica con mucha nitidez si la estrategia de mensaje puesta en marcha en un producto real está funcionando, o si requiere ajustes. Frank Luntz (2007:78) hace una descripción detallada de las sesiones de Respuesta Inmediata 

Aunque las sesiones de Respuesta Inmediata son menos habituales que las sesiones de enfoque y su resultado es más específico, el valor que aporta a la campaña con información sobre el efecto de cada palabra de lo que dice el candidato o su contrincante resultado muy poderoso para la ejecución de la estrategia. 

El principal reto de confiabilidad para las sesiones de Respuesta Inmediata es el desconocimiento de la metodología por parte de los equipos de campaña. Una vez se incorpora el hábito de medir en una campaña, es difícil prescindir de tecnologías o metodologías que han resultado exitosas. 


Una ventaja de las sesiones de respuesta inmediata es que las recomendaciones son muy específicas y de implementación inmediata. Uno de los retos es que la producción de resultados debe ser inmediata para que tenga un efecto real sobre la ejecución táctica de la estrategia. El equipo de buho ha usado con más frecuencias las sesiones de respuesta inmediata para evaluar en vivo la reacción de población objetivo a debates presidenciales (2014 y 2018). La nitidez y los contrastes de las reacciones de la ciudadanía permiten con mucha claridad identificar las respuestas y los ataques que funcionan para el candidato, y las respuestas y defensas que no le funcionan al contrincante. Esta información es de un enorme valor para retroalimentar los simulacros de los debates presidenciales que pueden a su vez ser definitivos en una campaña electoral. Una cosa es poner en boca de un candidato la expresión “hace 4 años nuestras fronteras ardían y el país estaba apunto de ir a la guerra” y otra muy diferente es hacerlo con la certeza que esa expresión se conecta con la población objetivo. 

Hemos usado también sesiones de respuesta inmediata para medir el segundo a segundo de vídeos promocionales y discursos políticos. Estas mediciones son especialmente relevantes cuando el candidato quiere probar material controversial, o para resolver debates internos que puedan estar poniendo en duda el foco de la campaña o el camino a seguir con una narrativa, un mensaje o una expresión específica.

El desconocimiento de esta metodología es tal vez el mayor obstáculo para su uso recurrente. Se trata de una inversión moderada (muy similar a la de un grupo de enfoque) y los hallazgos son tan precisos y específicos que dejan muy poco margen de interpretación o debate. 

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Luntz, Frank (2007). Words that Work: it's not what you say, it's what people hear. Hyperion Books, New York.

martes, 7 de mayo de 2019

El valor de los cualitativos

Hace unas semanas fui invitado a participar en el II Congreso Internacional de Marketing Político que se llevará a cabo en la Universidad Externado de Colombia el 5 y 6 de abril del 2019. Allí compartí mi experiencia llevando la cultura de la medición y evaluación de comunicaciones al mundo electoral. A pesar de esta experiencia, con frecuencia encuentro tres barreras: la desconfianza en la medición, los costos de la medición y la dificultad de lograr que la medición se traduzca, en medio del ritmo de una campaña en una decisión que haga la diferencia.

Por esta razón decidí compartir algunas lecciones que pueden resultar de utilidad a jóvenes talentos que quieren asegurarse que se diseña una campaña para conectarse con el elector y no para darle gusto al candidato o a su círculo cercano. 



Los grupos focales son, en mi opinión, la herramienta más poderosa para la construcción el diseño de la historia, las pruebas de mensaje y para encontrar las palabras correctas en la búsqueda de un campo de batalla que me permita establecer contrastes definitivos que guíen al lector hacia mi propuesta y lo alejen de la propuesta del contrincante. 

En el libro “Words That Work” de Frank Luntz, se encuentra una descripción y defensa de los estudios cualitativos, especialmente al contrastarlo con los estudios cuantitativos de opinión (P. 74-78)

La barrera de la desconfianza con los estudios cualitativos, especialmente sobre los grupos de enfoque o focus groups es alta en el mundo del marketing en general y en el mundo del marketing político en particular. A pesar de la claridad que puede aportar una buena investigación, encuentro con frecuencia algunos mitos que dificultan que una campaña tome la decisión de incorporar esta estrategia en su inversión inicial. 

En mi experiencia la desconfianza que despiertan en algunos asesores de campaña los resultados de los estudios cualitativos están asociados a una mala selección de la población objetivo, una mala moderación y una traducción pobre de los resultados en recomendaciones. 

Las preguntas correctas. En una sesión de psicoanálisis, un paciente revela en su conversación detalles de sus creencias, sus problemas de apego, su historia y revela trastornos del pensamiento y el potencial tremendo de la MENTE humana. En una resonancia electromagnética, un neurólogo puede observar la anatomía del CEREBRO, la sustancia gris, la blanca, descartar lesiones y observar presencia de malformaciones. Un neurólogo no puede esperar entender la anatomía del cerebro humano en una sesión de psicoanálisis, así como un psiquiatra no puede entender el estado de ánimo de un paciente, su forma de relacionarse con el mundo y cómo resuelve los problemas del día a día en una resonancia. 

Ocurre lo mismo con los estudios cualitativos. Si yo espero que un estudio cualitativo me arroje pistas sobre preferencias ideológicas de la población, intención de voto general, posiblemente estoy haciendo las preguntas equivocadas. Los grupos focales nos revelan a través de la conversación ciudadana guiada las formas en la que construyen su mundo social, los acuerdos y desacuerdos que se han construido socialmente alrededor de temáticas, posiciones políticas y protagonistas electorales. Y, lo que es más importante, nos revelan las palabras que funcionan y representan correctamente la manera en la que el ciudadano ve el mundo y lo reconstruye en la conversación ciudadana. 

La ejecución lo es todo. Así como hay buenos psicoanalistas que son capaces de encuadrar a un paciente en una conversación en la que un paciente nos da pistas de su relación con la autoridad, en su propensión a generar (o rechazar vínculos afectivos) y su forma de interpretar el mundo que lo rodea. También los hay malos que proyectan en el paciente sus asuntos no resueltos, que compare con otros pacientes, que induzca comportamientos. Ocurre lo mismo con las sesiones de enfoque. Si tenemos a un mal moderador, que tiene dificultades administrando la fina línea entre guiar la conversación y sesgar con sus propias creencias el ejercicio, que pone sobre la mesa lenguaje que el ciudadano no ha usado, que permite que el mismo ciudadano sea el que da primero su opinión en cada ronda, claramente vamos a tener un mal resultado que va a generar dudas y desconfianza a la campaña y a su equipo de comunicaciones. 

Un reto adicional que se presenta en la realización de los cualitativos y que minan la credibilidad en su uso es una mala interpretación de sus resultados. Los pecados frecuentes son la literalidad y las profecías autocumplidas. Cuando el resultado de un estudio cualitativo excluye el debate entre el moderador y los expertos sobre los hallazgos tiende a ignorar información valiosa oculta detrás del impulso natural de los participantes a sobre-racionalizar sus opiniones y a darle más peso a las justificaciones secundarias que a las reacciones emocionales inmediatas. Un ejemplo clásico: con frecuencia los asistentes a un estudio cualitativo van a decir que no les gustan los enfrentamiento, que están cansados de las peleas entre los políticos, que no les gusta que suban el tono y tengan un trato incivil entre ellos. Todo esto, en abstracto. Sin embargo, cuando son expuestos a una pelea, tenderán a elegir a un bando. Una lectura literal puede llevar al consultor a recomendar a un candidato que evite las peleas. Una lectura más profunda puede llevar al candidato a saber lo que necesita para ganar una. 

Profecías Autocumplidas. Este es el riesgo más grande que corre un estudio cualitativo. Aunque no lo encuentro con frecuencia, cuando ocurre es letal para una estrategia de campaña. Cuando un candidato, un consultor o un investigador tiene una convicción profunda sobre las expectativas ciudadanas o sus creencias, estas tarde o temprano se verán reflejadas en los resultados de un estudio cualitativo. Si una persona con la autoridad suficiente (candidato) o la intensidad suficiente (el moderador) resaltan un aspecto específico del estudio, este podrá mezclarse entre los resultados para aparecer como un resultado relevante sesgando sigilosamente los resultados. 

En términos de costos, un grupo focal no es muy costoso. Existe la tentación de bajar los costos. Mi sugerencia es no tocar la moderación ni la bonificación. Ahorrar en estos componentes es poner en riesgo la calidad del estudio, y por lo tanto la calidad de las decisiones que se toman. 

Uno de los retos de los cualitativos es su uso en campañas grandes de alcance nacional. Escalar la investigación cualitativa es un reto y sacar provecho a millones de puntos de datos sin contenerlos metodológica o visualmente puede ser un reto. 


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Luntz, Frank (2007). Words that Work: it's not what you say, it's what people hear. Hyperion Books, New York.

viernes, 5 de abril de 2019

Casa de herrero, azadón de palo: Congreso Internacional de Marketing Político CIMP

Barreras para la medición y la investigación en campaña electoral

Como una de las cabezas visibles de una empresa pionera en América Latina en medición de comunicaciones y relaciones públicas, he podido conocer los retos de grandes directores de comunicación corporativa de grandes marcas, servicios y productos en una decena de países de la región. Esta experiencia nos ha permitido convertir la medición de las comunicaciones en una prioridad de la comunicación corporativa y promulgar las mejores prácticas en materia de medición y evaluación.

Sin embargo, no oculto mis orígenes, ni reniego de la pasión que siento por descifrar los misterios del comportamiento de la opinión pública en contextos electorales, y el periodo electoral es una excelente excusa para recordarlo. Soy politólogo, me he especializado en opinión pública y hemos trabajado desde buho con un equipo talentoso de profesionales en casi dos decenas campañas políticas.

Desde la medición, la investigación y el diseño de narrativa, hemos acompañado a grandes causas que le han apostado a una tarea dura en un contexto muy hostil: transformar el mundo desde el ejercicio de la política. Hombres y mujeres que han puesto sus nombres a consideración de la ciudadanía para ser elegidos como los encargados de dirigir el rumbo de pequeñas ciudades o del país entero. Por esta experiencia, hemos sido invitados a participar en el II Congreso Internacional de Marketing Político que se llevará a cabo en la Universidad Externado de Colombia el 5 y 6 de abril del 2019.

Cuando empezamos a explorar el mundo electoral, ya teníamos una amplia experiencia en medición de estrategias de comunicación, realización de estudios cualitativos para el diseño de mensajes y lectura de encuestas de opinión para el diseño de estrategias. Sin embargo, nos encontramos tres barreras inesperadas en el mundo electoral. La primera era que no lográbamos convencer a las campañas para las que trabajábamos de la importancia de la medición. Luego, cuando encontrábamos una campaña abierta o predispuesta a medir, con frecuencia encontrábamos un nuevo obstáculo: no era sencillo asignar estratégicamente los recursos para hacerlo. Finalmente, cuando encontrábamos campañas que tenían los recursos y disposición a medir e investigar, en algunas ocasiones vimos cómo los datos de valor se escapaban entre los dedos de los asesores y consultores y al final, solo algunas perlas y hallazgos llegaban a la estrategia después de sortear tenaces filtros burocráticos, de comunicación y de egos. En más de una ocasión terminamos acompañando campañas sin poder ofrecer un solo dato producto de la medición. Herreros azadonando con un palo. 

Estas tres barreras: la desconfianza en la medición, los costos de la medición y la dificultad de lograr que la medición se traduzca, en medio del ritmo de una campaña en una decisión que haga la diferencia, son las razones que me llevaron a compartir algunas lecciones que pueden resultar de utilidad a jóvenes talentos que quieren asegurarse que se diseña una campaña para conectarse con el elector y no para darle gusto al candidato o a su círculo cercano.

Existen por lo menos cinco instrumentos de medición de comunicaciones de alto valor táctico y estratégico que pueden aportar valor científico y objetividad a una campaña electoral y que, como se indicó más arriba, en ocasiones resulta un reto convencer a una campaña para ponerlos en marcha. Tres de ellos son, los grupos focales, las sesiones de respuesta inmediata y las métricas de los canales digitales.

Los grupos focales son nuestros favoritos en etapas tempranas del calendario electoral. Son una herramienta de contacto con el ciudadano en el que se pueden descifrar las narrativas que funcionan, los mensajes que contagian y palabras poderosas que hacen la diferencia. Son económicos cuando se estudian grupos específicos de ciudadanos y bien moderados pueden arrojar resultados determinantes para la estrategia de campaña. Las barreras para su aplicación tienen que ver con frecuencia con desconfianza en la “representatividad” del resultado y la subjetividad del proceso mediante el cual se obtienen las conclusiones. Si uno hace las preguntas correctas y tiene el talento correcto en la moderación, los grupos focales no deben faltar en la construcción y la evaluación de las comunicaciones en campaña.

Las sesiones de respuesta inmediata son de enorme valor cuando la publicidad, los debates y los discursos políticos son decisivos. Se trata de grupos focales en los que la audiencia convocada se enfoca en evaluar información concreta en formato audiovisual mediante el uso de tecnología con el propósito de conocer la respuesta inmediata, segundo a segundo, de los grupos objetivos. La principal barrera para el uso de las sesiones de respuesta inmediata es el desconocimiento. En nuestra experiencia, a pesar de estar en el mercado electoral americano hace décadas, las sesiones de respuesta inmediata tienden a ser una sorpresa para las campañas. Su valor es más táctico que estratégico en la medida que ayuda a definir pequeños detalles de forma, lenguaje y estilo que pueden ser definitivos en campañas de opinión. Su costo es moderado y con frecuencia el reto operativo es la necesidad de procesar y entregar resultados casi en tiempo real.

Las métricas de los canales digitales. Bien usadas pueden ofrecer indicios del comportamiento del debate público. Mal usadas pueden confundir y desviar a una campaña. Al igual que un termómetro, los datos que arrojan los canales digitales pueden darle a una campaña una idea general del comportamiento de un mensaje, una posición o un material específico, pero de la misma manera que el termómetro no puede indicarme si la fiebre la produce un cáncer o una gripa, los datos de los canales digitales no arrojan suficiente información sobre causa y efecto de la comunicación. La barrera más frecuente que encontramos en campaña para un buen uso de las métricas de los canales digitales es el exceso de confianza y el valor excesivo que se da a ciertos puntos de datos que se terminan usando como variables proxy.


Durante la charla, aprovechando el momento electoral en Colombia, propuse cómo sortear las barreras de confianza, costo y utilidad en la realización de estudios cualitativos para la creación del mensaje, en la puesta en marcha de sesiones de reacción inmediata para encontrar las palabras perfectas, al momento de usar grandes datos disponibles en el mundo digital y al momento de calibrar la inversión en encuestas de opinión y medición de medios de comunicación. Nuestro propósito es promover las mejores prácticas en medición y evaluación de comunicaciones y las campañas políticas son un momento de una enorme intensidad con unos grandes retos para la aplicación de buenas prácticas de medición y esperamos que estas entradas aporten algunos criterios y provoquen nuevas ideas para el futuro de la medición en el ámbito electoral.